SIEMPRE SERÁN NUESTROS
HIJOS: UN MENSAJE PASTORAL A LOS PADRES CON HIJOS HOMOSEXUALES Y SUGERENCIAS
PARA AGENTES PASTORALES
Una declaración del Comité de Obispos para el Matrimonio y la Familia
Prefacio
Este mensaje pastoral tiene como propósito llegar a aquellos padres que
están tratando de comprender el hecho de que un hijo, adolescente o adulto, es
homosexual. Es una súplica a las familias para que acudan a las fuentes de la
fe, la esperanza y el amor al enfrentarse a un futuro incierto. Les pide que
reconozcan que la Iglesia les ofrece grandes recursos espirituales para darles
fuerza y apoyarlos en este momento de su vida familiar y en el futuro.
Este mensaje se deriva del Catecismo
de la Iglesia Católica, las enseñanzas del Papa Juan Pablo II y las
declaraciones de la Congregación de la Doctrina de la Fe y de nuestra
conferencia episcopal. Este mensaje no es un tratado sobre la homosexualidad.
No es una presentación sistemática de la enseñanza moral de la Iglesia. No abre
senderos nuevos en la teología que presenta. Más bien, basados en la enseñanza
de la Iglesia, y también en nuestra experiencia pastoral, tratamos de
expresarnos con palabras de fe, esperanza y amor a los padres que necesitan la
amorosa presencia de la Iglesia en un momento que bien podría ser uno de los
más difíciles de su vida. También tenemos la esperanza de que este mensaje
ayude a sacerdotes y agentes pastorales que frecuentemente son los primeros a
quienes padres e hijos acuden con sus luchas y ansiedades.
En años recientes hemos tratado de acercarnos a familias que atraviesan
circunstancias difíciles. Nuestras iniciativas tomaron la forma de
declaraciones cortas, como ésta, dirigida a las personas que tal vez pensaban
que no había lugar para ellas en el círculo de interés de la Iglesia. Siempre Serán Nuestros Hijos sigue la misma tradición de esas otras
declaraciones pastorales.
Este mensaje no es para interceder ni está al servicio de ninguna agenda.
Tampoco se debe interpretar como una aprobación de lo que algunos llaman
"el estilo homosexual de vivir".Siempre Serán Nuestros Hijos es dar una mano a los padres y otros
miembros de familia por parte del Comité de Obispos sobre el Matrimonio y la Familia,
y les ofrece una perspectiva diferente a la gracia presente en la vida familiar
y la invariable misericordia de Cristo nuestro Señor.
Es necesario un empeño pastoral todavía más generoso, inteligente y
prudente, a ejemplo del Buen Pastor, hacia aquellas familias que - a menudo e
independientemente de la propia voluntad, o apremiados por otras exigencias
de distinta naturaleza - tienen que afrontar situaciones objetivamente
difíciles.
- Juan Pablo II,
Familiaris consortio, 1981,
no. 77.
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Momento crítico, tiempo de gracia
Al empezar a leer este mensaje usted podría sentir que su vida es un
torbellino. Usted y su familia podrían enfrentarse a una de esas situaciones
difíciles a las que se refiere el Santo Padre:
- Piensa que su hijo o hija adolescente está
sintiendo la atracción hacia personas del mismo sexo y/o ha observado
actitudes y comportamiento que le parecen confusos o lo mortifican, o con
los que no está de acuerdo.
- Su hijo o hija le ha informado de alguna
manera que tiene una inclinación hacia la homosexualidad.
- Siente una tensión entre amar a su hijo
como la creación valiosa de Dios que es y no aprobar ningún comportamiento
que la Iglesia enseña que es inmoral.
Usted no tiene que
enfrentarse solo a este momento doloroso, sin ayuda humana o sin la gracia de
Dios. La Iglesia puede ser un instrumento de ayuda y sanación. Esta es la razón
por la cual los obispos, como pastores y maestros, han escrito esta carta para
usted en particular.
En este mensaje pastoral, acudimos al don de la fe, y también a las sólidas enseñanzas y a la práctica pastoral de la Iglesia para ofrecer ayuda amorosa, guía responsable y recomendaciones para los ministerios apropiados a sus necesidades y a las de sus hijos. Nuestro mensaje trata sobre su aceptación de ustedes mismos, sus creencias y valores, sus interrogantes y todas sus luchas actuales; sobre su aceptación y amor por su hijo por ser un don de Dios; y de su aceptación de la completa revelación de Dios sobre la dignidad de la persona y el significado de la sexualidad humana. Dentro de la visión moral católica no hay ninguna contradicción entre estos grados de aceptación, ya que la verdad y el amor no se oponen. Están unidos inseparablemente y arraigados en una persona, Jesucristo, quien nos revela que Dios es la verdad suprema y el amor salvífico.
En este mensaje pastoral, acudimos al don de la fe, y también a las sólidas enseñanzas y a la práctica pastoral de la Iglesia para ofrecer ayuda amorosa, guía responsable y recomendaciones para los ministerios apropiados a sus necesidades y a las de sus hijos. Nuestro mensaje trata sobre su aceptación de ustedes mismos, sus creencias y valores, sus interrogantes y todas sus luchas actuales; sobre su aceptación y amor por su hijo por ser un don de Dios; y de su aceptación de la completa revelación de Dios sobre la dignidad de la persona y el significado de la sexualidad humana. Dentro de la visión moral católica no hay ninguna contradicción entre estos grados de aceptación, ya que la verdad y el amor no se oponen. Están unidos inseparablemente y arraigados en una persona, Jesucristo, quien nos revela que Dios es la verdad suprema y el amor salvífico.
Dirigimos nuestro
mensaje a toda la comunidad eclesial y especialmente a los sacerdotes y a otros
agentes pastorales pidiendo que nuestras palabras se conviertan en actitudes y
acciones según el camino del amor que Cristo nos enseñó. Es mediante la
comunidad de fieles que Jesús nos ofrece su esperanza, ayuda y sanación para
que toda la familia pueda continuar creciendo y convertirse en la comunidad
íntima de vida y amor que Dios desea.
Aceptarse a sí mismo
Primero consideramos los sentimientos debido a que usted puede sentirse
sobrecogido por una marejada de emociones. Aunque el don de la sexualidad
humana puede parecer a veces como un gran misterio, la doctrina de la Iglesia
sobre la homosexualidad es muy clara. Sin embargo, debido a que los términos de
esa enseñanza se han vuelto muy personales en lo referente a su hijo o hija, es
posible que usted se sienta confuso y con conflictos internos.
Podría estar sintiendo emociones muy diversas, y a diferentes niveles,
tales como las siguientes:
Alivio: Tal vez ya percibía por algún tiempo que su hijo o hija era diferente en algunos aspectos. Ahora él o ella han venido y le han confiado algo muy importante. Es posible que sus hermanos se enteraran antes y tuvieron temor de contárselo. Pero, sea como sea, se ha quitado un peso de encima. Reconozca la posibilidad de que su hijo le haya comunicado esta noticia no para herirlo ni para crear mayor distancia, sino por amor y confianza, con el deseo de ser honesto, sentirse cerca y tener mejor comunicación.
Alivio: Tal vez ya percibía por algún tiempo que su hijo o hija era diferente en algunos aspectos. Ahora él o ella han venido y le han confiado algo muy importante. Es posible que sus hermanos se enteraran antes y tuvieron temor de contárselo. Pero, sea como sea, se ha quitado un peso de encima. Reconozca la posibilidad de que su hijo le haya comunicado esta noticia no para herirlo ni para crear mayor distancia, sino por amor y confianza, con el deseo de ser honesto, sentirse cerca y tener mejor comunicación.
Ira: Podría
sentirse engañado y manipulado por su hijo e hija. Podría sentirse enojado con
su cónyuge, culpándole de "ser la causa de que su hijo o hija sea
así"— especialmente si ha habido dificultad en la relación entre padre e hijo.
Podría sentirse enojado consigo mismo por no haber reconocido las señales de la
homosexualidad. Junto a la ira, podría sentir desengaño, si otros miembros de
la familia, u otros hijos, han rechazado a su hermano o hermana homosexual.
También es posible estar enojado si los miembros de la familia o los amigos
parecen aceptar y hasta consentir la homosexualidad. También—y no se puede
ignorar—es posible sentirse enojado con Dios por permitir lo que está
sucediendo.
Aflicción: Puede sentir que su hijo no es exactamente el mismo individuo que
conocía anteriormente. Puede sentir que su hijo o hija nunca le dará nietos. La
pérdida de esas ilusiones, como también la realización de que los homosexuales
sufren discriminación y mucha hostilidad, puede causarle gran tristeza.
Temor: Puede temer que la vida y el bienestar de su hijo o hija están en
peligro a causa del prejuicio que existe en contra de los homosexuales.
Particularmente, puede temer que la comunidad empiece a excluir a su hijo o a
tratar a su familia con desprecio. El temor de que su hijo contraiga VIH/SIDA u
otras enfermedades transmitidas sexualmente es una amenaza seria y constante.
Si su hijo se siente deprimido, usted podría temer la posibilidad de un
suicidio.
Culpabilidad, vergüenza y soledad: "Si hubiéramos hecho o si no hubiéramos hecho . . .", son frases que pueden torturar a los padres en estos momentos. Pesares y desengaños se levantan como fantasmas del pasado. Sentir que uno ha fracasado puede llevarlo a un valle de vergüenza que a su vez puede aislarlo de sus hijos, de su familia y de otras comunidades de apoyo.
Sentido protector de padre y orgullo: Las personas homosexuales a veces tienen la
experiencia de la discriminación y los actos de violencia en nuestra sociedad.
Como padre o madre es natural que quiera proteger a su vástago del peligro, sin
importar su edad. Usted podría insistir: "Siempre serás mi hijo o mi hija;
nada cambiará eso. También eres un hijo de Dios, con talentos y llamado a
cumplir su propósito en los planes divinos".
Mantenga presente dos cosas importantes cuando trate de comprender todas esos sentimientos. Primero, debe escucharlos. Puede ser que le den la clave que lo lleve a descubrir más plenamente la voluntad de Dios para usted. Segundo, debido a que muchos sentimientos pueden ser confusos o conflictivos, no es necesario tratar de controlarlos todos a la vez. Reconocerlos podría ser suficiente, pero también podría necesitar hablar sobre esos sentimientos. No anticipe que todas las tensiones se podrán resolver. La vida cristiana es un sendero marcado por la perseverancia y la oración. Es también una senda que nos lleva desde donde estamos hasta donde sabemos que Dios nos llama.
Mantenga presente dos cosas importantes cuando trate de comprender todas esos sentimientos. Primero, debe escucharlos. Puede ser que le den la clave que lo lleve a descubrir más plenamente la voluntad de Dios para usted. Segundo, debido a que muchos sentimientos pueden ser confusos o conflictivos, no es necesario tratar de controlarlos todos a la vez. Reconocerlos podría ser suficiente, pero también podría necesitar hablar sobre esos sentimientos. No anticipe que todas las tensiones se podrán resolver. La vida cristiana es un sendero marcado por la perseverancia y la oración. Es también una senda que nos lleva desde donde estamos hasta donde sabemos que Dios nos llama.
Aceptación de su hijo
¿Cuál es la mejor manera de expresar su amor, que es en sí un reflejo
del amor incondicional de Dios, hacia su hijo? Por lo menos dos cosas son
necesarias.
Primero, no rompa la comunicación; no rechace a su hijo. Un número
sorprendente de jóvenes homosexuales termina en la calle por el rechazo de su
familia. Esto y otras presiones externas, pueden poner a los jóvenes en un
mayor riesgo de comportarse de manera autodestructiva con el abuso de
narcóticos o el suicidio.
Su hijo puede necesitarlo a usted y a su familia ahora más que nunca. Él
o ella es todavía la misma persona. Este hijo, que siempre fue un regalo de
Dios para usted, puede ser que ahora sea la causa de otro regalo: que su
familia se vuelva más honesta, respetuosa y comprensiva. Sí, su amor enfrenta
una prueba ante esta realidad, pero también puede ser fortalecido mediante su
lucha por responder amorosamente.
La segunda manera de comunicar amor es buscando ayuda apropiada para su hijo y para usted mismo. Si su hijo o hija es un adolescente, es posible que dé muestras de características que le preocupen, tales como lo que el joven lee o ve por los medios de comunicación, amistades intensas y otras señales y tendencias visibles. Lo que los padres necesitan hacer es no asumir que su hijo ha desarrollado una orientación homosexual, y cultivar una actitud que lo ayude a mantener una relación cariñosa que proporcione a su hijo apoyo, información, ánimo y guía moral. Los padres deberán siempre estar alertas sobre la conducta de sus hijos e intervenir de manera responsable cuando sea necesario.
En muchos casos, puede ser apropiado y necesario que su hijo reciba
ayuda profesional, incluyendo dirección espiritual y consejería. Es importante,
por supuesto, que esté dispuesto a hacerlo voluntariamente. Busque un terapeuta
que aprecie los valores religiosos y que entienda la naturaleza compleja de la
sexualidad. Una persona así, tendrá la experiencia necesaria para ayudar a
otros a discernir el significado del primer comportamiento sexual, de las
atracciones y fantasías sexuales de manera que lleven a una mayor claridad y
auto-identidad. Durante ese proceso, sin embargo, es esencial que usted
permanezca abierto a la posibilidad de que su hijo o hija esté luchando por
entender y aceptar una orientación homosexual básica.
El significado y las implicaciones del término "orientación
homosexual" no se han aceptado de manera generalizada. La doctrina de la
Iglesia reconoce que hay una distinción entre una "tendencia"
homosexual que termina siendo "transitoria", y los "homosexuales
que son definitivamente así, debido a algún tipo de instinto innato"
(Congregación para la Doctrina de la Fe, Declaración
sobre ciertas preguntas de la ética sexual, 1975, no. 8).
Por lo tanto, en vista a esa posibilidad, es apropiado entender la
orientación sexual (heterosexual u homosexual) como una dimensión con raíces
profundas de la personalidad de cada uno y reconocer su estabilidad relativa en
la persona. Una orientación homosexual produce una atracción emocional y sexual
mayor hacia individuos del mismo sexo, en vez de los del sexo opuesto. No excluye
enteramente el interés, la atención y la atracción hacia miembros del sexo
opuesto. Tener una orientación homosexual no significa necesariamente que una
persona participe en actividades homosexuales.
No parece haber una causa simple de la orientación homosexual. Una opción común de los expertos es que hay factores múltiples—genéticos, hormonales, psicológicos—que pueden causarla. Generalmente la orientación homosexual se vive como algo dado, no algo que se escoge. Por lo tanto, de por sí, la orientación homosexual no puede considerarse como pecaminosa, ya que la moralidad supone la libertad de escoger.1
No parece haber una causa simple de la orientación homosexual. Una opción común de los expertos es que hay factores múltiples—genéticos, hormonales, psicológicos—que pueden causarla. Generalmente la orientación homosexual se vive como algo dado, no algo que se escoge. Por lo tanto, de por sí, la orientación homosexual no puede considerarse como pecaminosa, ya que la moralidad supone la libertad de escoger.1
Algunas personas homosexuales quieren que públicamente se las reconozcan
como lesbianas o "gays". Estos términos frecuentemente expresan el
grado de auto-realización y auto-aceptación personal dentro de la sociedad.
Aunque usted pueda sentir que esos términos son ofensivos por sus connotaciones
políticas o sociales, es necesario ser sensible a cómo su hijo o su hija los
usa. El lenguaje no debe ser una barrera a la edificación de comunicación
confiada y abierta.
Usted puede ayudar a una persona homosexual de dos maneras generales.
Primero, anímela a cooperar con la gracia de Dios para que viva una vida de
castidad. Segundo, concéntrese en la persona, no en su orientación homosexual.
Esto implica respetar la libertad de una persona de escoger o rehusar terapia
que va dirigida a cambiar su orientación homosexual. Con el presente estado de
las ciencias médicas y psicológicas, no hay garantía de que esa terapia
funcione. Por eso, no hay obligación de participar en ella, aunque algunos la
consideren útil.
Sobre todo, es esencial recordar una verdad fundamental. Dios ama a cada
persona como individuo único. La identidad sexual ayuda a definir a las
personas únicas que somos y, un componente de nuestra identidad sexual, es
nuestra orientación sexual. Por consiguiente, nuestra personalidad total va más
allá de nuestra orientación sexual. Los seres humanos ven las apariencias, pero
el Señor ve el corazón (cf. 1 Sm 16:7).
Dios no ama a alguien menos porque es homosexual. El amor de Dios
siempre y en todas partes se ofrece a los que están abiertos para recibirlo.
Las palabras de San Pablo son de gran esperanza:
Estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los
poderes espirituales, ni el presente, ni el futuro, ni las fuerzas del
universo, sean de los cielos, sean de los abismos, ni criatura alguna, podrá
apartarnos del amor de Dios, que encontramos en Cristo Jesús nuestro Señor.
(Rom 8:38-39)
Aceptación del plan de Dios y del ministerio de la Iglesia
Para el cristiano, la aceptación de sí mismo y de un hijo homosexual
deberá ocurrir dentro del contexto más amplio de la aceptación de la verdad
revelada sobre la dignidad y el destino de cada persona. La Iglesia es
responsable de profesar y enseñar esta verdad, presentándola como una vasta
visión moral con aplicándola a situaciones particulares mediante sus
ministerios pastorales. Presentaremos aquí los puntos principales de esta
enseñanza moral.
Cada persona tiene su dignidad intrínseca
porque ha sido creada a imagen de Dios. Un profundo respeto por toda la persona lleva
la Iglesia a enseñar que la sexualidad es un regalo de Dios. El que una persona
sea hombre o mujer es parte esencial del plan divino, porque su sexualidad —
una mezcla misteriosa de cuerpo y espíritu — es lo que permite a los seres
humanos compartir el amor y la vida creativa de Dios.
Igual que todos los dones de Dios, el poder y la libertad de la sexualidad pueden ser canalizados hacia el bien o hacia el mal. Todos — los homosexuales y los heterosexuales — son llamados a la madurez personal y a la responsabilidad. Con la ayuda de la gracia de Dios, todos están llamados a comportarse según la virtud de la castidad en las relaciones personales. La castidad significa la integración de pensamientos, sentimientos y acciones en la dimensión de la sexualidad humana, de manera que se valore y respete la dignidad personal propia y la de los demás. Es "el poder espiritual el que libera al amor de su egoísmo y agresión" (Concilio Pontificio para al Familia, La verdad y el significado de la sexualidad humana, 1996, no. 16).
Cristo llama a todos sus seguidores — ya sean
casados o célibes — a una vida regida por una norma superior de amar. Esto incluye no sólo la fidelidad, el perdón,
la esperanza y la perseverancia y el sacrificio, sino también la castidad que
se expresa en la modestia y el auto-control. La vida de castidad es posible,
aunque no siempre es fácil, porque implica un esfuerzo continuo para avanzar
hacia Dios y alejarse del pecado, especialmente con la fuerza de los
sacramentos de la Penitencia y la Eucaristía. Sin duda, Dios espera que todos
busquen la perfección del amor, pero que lo logren gradualmente pasando por las
etapas del crecimiento moral (cf. Juan Pablo II, Sobre la familia, 1981, no.
34). Para mantenernos firmes en el camino de la conversión, tenemos a nuestro
alcance la gracia de Dios que es suficiente para todos los que están dispuestos
a recibirla.
Además, cuando las personas homosexuales "dediquen sus vidas a
entender la naturaleza de la llamada personal que Dios les hace, podrán
celebrar el sacramento de la penitencia con más fidelidad y recibir la gracia
del Señor que tan libremente se les ofrece allí para convertir sus vidas a la
plenitud de su camino" (Congregación para la Doctrina de la Fe, Carta
sobre el Cuidado Pastoral de
Personas Homosexuales, 1986, no. 12).
Para vivir y amar con castidad hay que entender que "sólo dentro
del matrimonio el acto sexual simboliza a plenitud el doble designio del
Creador, un acto de amor comprometido con el potencial de procrear una nueva
vida humana" (United States Catholic Conference, Human Sexuality: A Catholic
Perspective for Education and Lifelong Learning [La sexualidad humana: una perspectiva
católica para la educación y la vida de continuo aprendizaje], 1991, p. 55).
Esta es una enseñanza fundamental de nuestra Iglesia sobre la sexualidad,
enraizada en el relato bíblico del hombre y la mujer creados a imagen de Dios y
hechos para la unión mutua (Gn. 2-3).
A esto siguen dos conclusiones. Primero, el plan de Dios es que el acto
sexual ocurra solamente dentro del matrimonio entre un hombre y una mujer.
Segundo, cada acto de intimidad sexual tiene que estar abierto a la posible
creación de una vida humana. La relación sexual entre homosexuales no cumple
esas dos condiciones. Por eso, la Iglesia enseña que el comportamiento
"homo-genital" es objetivamente inmoral, pero al mismo tiempo hace la
distinción entre este comportamiento y la orientación homosexual que no es de
por sí, inmoral. Es importante reconocer que ni la orientación homosexual ni la
heterosexual, lleva inevitablemente a la actividad sexual. La totalidad de la
persona no se puede reducir a su orientación ni a su comportamiento sexual.
El respeto por la dignidad que Dios concede a
todos los seres humanos significa que hay que reconocer los derechos humanos y
las responsabilidades. La enseñanza de la Iglesia expresa muy claramente que los derechos
humanos de las personas homosexuales deben ser defendidos y que todos tenemos
la obligación de luchar por eliminar cualquier forma de injusticia, opresión o
violencia en su contra (cf. El
cuidado pastoral de personas homosexuales, 1986, no. 10).
No es suficiente evitar la discriminación injusta. Las personas
homosexuales "deben ser acogidas con respeto, compasión y delicadeza"
(Catecismo de la Iglesia Católica, no. 2358). Como es cierto de todos
los seres humanos, necesitan ser fortalecidos simultáneamente en diferentes
niveles. Esto incluye la amistad, la cual es una manera de amar esencial al
desarrollo humano que es saludable así como también es una de las experiencias
humanas más enriquecedoras. La amistad puede florecer, y de hecho florece,
fuera de las relaciones sexuales genitales.
La comunidad cristiana debe ofrecer a sus
hermanos y hermanas homosexuales comprensión y servicios pastorales. Hace más de veinte años nosotros los obispos
dijimos que "los homosexuales... deberían tener un papel activo en la
comunidad cristiana" (National Conference of Catholic Bishops, To Live in Christ Jesus: A Pastoral
Reflection on the Moral Life[Vivir en Cristo Jesús: Una reflexión pastoral
sobre la vida moral], 1976, p. 19). ¿Qué significa eso en la práctica?
Significa que las personas homosexuales tienen el derecho de sentirse
bienvenidos en la comunidad, de oír la palabra de Dios y de recibir servicios
pastorales. Las personas homosexuales que viven castamente deben tener
oportunidades para dirigir y servir a la comunidad. Sin embargo, la Iglesia
tiene el derecho a negar funciones públicas de servicio y liderazgo a personas,
ya sean homosexuales o heterosexuales, cuyo comportamiento público viole
abiertamente sus enseñanzas.
La Iglesia también reconoce la importancia y la urgencia de servir a las
personas con VIH/SIDA. Aunque el VIH/SIDA es una epidemia que afecta a toda la
raza humana, no sólo a los homosexuales, ha venido teniendo un efecto
devastador entre ellos y ha llenado de angustia a muchos padres, familias y
amistades.
Sin dar aprobación a un comportamiento autodestructivo ni negar la
responsabilidad personal, rechazamos la idea de que el VIH/SIDA es un castigo
directo de Dios. Además.
Personas afectadas por el SIDA no son personas distantes, extrañas,
objetos de una mezcla de piedad y aversión. Tenemos que tenerlos presentes en
nuestra conciencia como individuos y comunidad, y abrazarlos con amor
incondicional. La compasión y el amor hacia las personas afectadas por VIH son
la única respuesta auténticamente bíblica (National Conference of Catholic
Bishops, Called to Compassion
and Responsibility: A Response to the HIV/SIDA Crisis, [Llamados a la
compasión y la responsabilidad: Una respuesta a la crisis del VIH/SIDA], 1989).
No hay nada en la
Biblia ni en la doctrina católica que se pueda usar para justificar actitudes y
comportamientos prejuiciados o discriminatorios.2 Reiteramos aquí lo
que hemos dicho anteriormente en otra declaración:
Llamamos a todos los cristianos y ciudadanos de buena voluntad a
confrontar sus propios temores sobre la homosexualidad y a impedir las bromas y
la discriminación que ofenda a los homosexuales. Sabemos que una orientación
homosexual conlleva suficiente ansiedad, dolor e inquietudes relacionadas a la
autoaceptación como para que la sociedad añada más prejuicios (Human
Sexuality: A Catholic Perspective for Education and Lifelong Learning,
1991, p. 55).
Recomendaciones Pastorales
Con la meta
clara de vencer el aislamiento que usted, su hijo o su hija estén viviendo, le
ofrecemos estas recomendaciones; también van dirigidas a los sacerdotes y
ministros pastorales.
A los padres:
A los padres:
- Acéptense y ámense ustedes mismos como
padres para poder aceptar y amar a su hijo o su hija. No se culpen por su
orientación homosexual.
- Hagan todo lo posible para continuar
demostrando amor por su hijo. Sin embargo, la aceptación de su orientación
homosexual no tiene que incluir la aprobación de todo lo relacionado con
las actitudes y el comportamiento que elija. De hecho, usted puede
cuestionar ciertos aspectos de su estilo de vida que considere objetables.
- Inste a su hijo o a su hija a permanecer
dentro de la comunidad de fe católica. Si ha dejado la Iglesia, estimúlelo
a volver y a reconciliarse con la comunidad, especialmente mediante el
sacramento de la Penitencia.
- Recomiende a su hijo o a su hija que
busque un director espiritual/mentor que le ofrezca consejos en la oración
y en cómo vivir una vida casta y virtuosa.
- Busque ayude para usted también, tal vez
en la forma de consejería o dirección espiritual, mientras trata de
encontrar entendimiento, aceptación y paz interior. También, considere
unirse a un grupo de apoyo o participe en un retiro dirigido a los padres
católicos de hijos homosexuales. Otras personas han tenido que andar por
esa misma ruta pero puede ser que hayan avanzados más en la jornada.
Pueden compartir maneras eficaces de manejar situaciones familiares
delicadas tales como la forma de hablar sobre su hijo a otros miembros de
la familia y amistades, cómo explicar la homosexualidad a niños menores y
cómo tratar cristianamente a las amistades de su hijo o hija.
- Acudan en espíritu de amor y servicio a
otros padres que también luchan con la homosexualidad de un hijo o una
hija. Contacten a su parroquia sobre la posibilidad de organizar un grupo
de apoyo para padres. Su oficina diocesana para el ministerio familiar,
Caridades Católicas o un ministerio diocesano especial para personas
homosexuales pueden ayudarlo.
- Al hacer uso de las oportunidades para la
educación y apoyo, recuerde que sólo usted puede cambiar; sólo usted puede
ser responsable de sus propias creencias y acciones, no por las de sus
hijos adultos.
- Pongan toda su fe en Dios que es más
poderoso, más compasivo y más misericordioso de lo que nosotros somos o
podemos ser.
A los ministros de la Iglesia:
- Pónganse a la disposición de los padres y
las familias que les piden su ayuda pastoral, consejería espiritual y
oración.
- Reciban a las personas homosexuales en la
comunidad de fe y busquen a los que están marginados. Eviten los
estereotipos y las condenas. Traten primero de escuchar. No piensen que
todas las personas homosexuales están sexualmente activas.
- Aprendan más sobre la homosexualidad y la
doctrina de la Iglesia para que su prédica, enseñanza y consejería sean
bien informadas y efectivas.
- Cuando hablen en público use las palabras
"homosexual", "gay" y "lesbiana" con
honestidad y correctamente.
- Mantengan una lista de agencias, grupos
comunitarios, consejeros y otros expertos que puedan referir a personas
homosexuales o a sus padres y familiares cuando ellos le piden asistencia
especializada. Recomienden agencias que concuerdan con la doctrina
católica.
- Ayuden a establecer o promover grupos de
apoyo para padres y miembros de la familia.
- Infórmese sobre el VIH/SIDA para tener más
conocimiento y ser más compasivo en su ministerio. Incluya oraciones en la
liturgia para los que viven con VIH/SIDA, los que los cuidan, los que han
fallecido y sus familias, sus compañeros y amistades. Una misa especial
para la sanación y la unción de los enfermos puede celebrarse con motivo
del Día Mundial del SIDA (diciembre 1ro) o con un programa local para
informarse del SIDA.
Conclusión
Para San Pablo el amor es el principal don espiritual. San Juan
considera que el amor es la señal segura de la presencia de Dios. Jesús propuso
que es la base de los dos principales mandamientos que cumplen toda la ley y
los profetas.
El amor, también, es la continua historia de la vida de cada familia. El
amor se puede compartir, nutrir, rechazar y algunas veces, perder. Seguir el
camino del amor de Cristo es el reto al que se enfrenta cada familia hoy. Su
familia ahora tiene una oportunidad para compartir y aceptar el amor. Nuestras
comunidades eclesiales están también llamadas a comportarse con un grado
ejemplar de amor y justicia. Nuestros hermanos y hermanas homosexuales — en
realidad, todos los humanos — han sido invitados a amar responsablemente.
A nuestros hermanos y hermanas homosexuales les ofrecemos una palabra
final. Este mensaje es una mano abierta a sus padres y familiares que los
invita a aceptar la gracia de Dios presente en sus vidas ahora y a confiar en
la misericordia segura de Jesús nuestro Señor. Ahora les extendemos la mano y
los invitamos a hacer lo mismo. Estamos llamados a convertirnos en un solo
cuerpo, un solo espíritu, en Cristo. Nos necesitamos unos a otros porque así
"creceremos de todas maneras hacia Aquel que es la Cabeza, Cristo. Él da
organización y cohesión al cuerpo entero, por medio de una red de
articulaciones, que son los miembros, cada uno con su actividad propia, para
que el Cuerpo crezca y se construya a sí mismo en el amor" (Efe, 4:15-16).
Aunque a veces se sientan desanimados, heridos o enfadados, no abandonen
a sus familias, a su comunidad cristiana ni a los que los aman. En ustedes se
revela el amor de Dios. Ustedes siempre serán nuestros hijos.
En el amor no hay temor. El amor perfecto echa fuera el temor. (1 Jn
4:18)
|
Bibliografía de la Doctrina de la Iglesia
Catecismo de la Iglesia Católica, 2357-2359. U.S. Catholic Conference, 1994.
Concilio Pontificio para la Familia. The
Truth and Meaning of Human Sexuality. U.S. Catholic Conference, 1996.
Congregación para la Doctrina de la Fe. Carta a los obispos de la Iglesia
católica sobre el cuidado pastoral de personas homosexuales. 1986.
Congregación para la Doctrina de la Fe. Declaración sobre ciertas
cuestiones sobre la ética sexual (Persona Humana). 1975.
National
Conference of Catholic Bishops. To Live in Christ Jesus: A Pastoral Reflection
on the Moral Life. 1976.
National
Conference of Catholic Bishops. Called to Compassion and Responsibility: A
Response to the HIV/SIDA Crisis. U.S. Catholic Conference, 1990.
National
Conference of Catholic Bishops. Human Sexualidad: A Catholic Perspective for
Education and Lifelong Learning. U.S. Catholic Conference, 1991.
Papa Juan Pablo II. El
Esplendor de la Verdad (Veritatis Splendor). 1993.
Papa Juan Pablo II. Exhortación
Apostólica sobre la familia (Familiaris Consortio). 1981.
Notas
- The Catechism of the Catholic Church
states also: "This inclination, which is objectively disordered,
constitutes for most [persons with the homosexual inclination] a
trial" (no. 2358).
- In matters where sexual orientation has a
clear relevance, the common good does justify its being taken into
account, as noted by the Congregation for the Doctrine of the Faith inSome
Considerations Concerning the Response to Legislative Proposals on the
Non-Discrimination of Homosexual Persons, 1992, no. 11.
Siempre Serán Nuestros Hijos: Un mensaje
pastoral a los padres con hijos homosexuales y sugerencias para agentes
pastorales es una declaración
del Comité de NCCB para el Matrimonio y la Familia. Se preparó en el
Secretariado para Familia, Laicos, Mujeres y Jóvenes bajo la supervisión de
dicho comité. Su publicación fue aprobada por el Comité Administrativo el 10 de
septiembre de 1997 y el signatario autorizó su publicación.
Monseñor Dennis M. Schnurr, Secretario General, NCCB/USCC
Las citas bíblicas fueron tomadas de la Biblia Latinoamericana con derecho de Ramón Ricciardi y Bernardo Hurault, © 1972. Ediciones Paulinas, Editorial Verbo Divino, 1989. Se usan con permiso.
Copyright © 1997, United States Catholic Conference, Inc., Washington, D.C. Se reservan todos los derechos. Ninguna porción de este documento puede reproducirse o ser transmitida en forma o medio alguno, ya sea electrónico o mecánico, incluyendo fotocopias, grabados, o por ningún sistema de recuperación y almacenaje de información, sin el permiso por escrito del propietario de los derechos.
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